A unique townhouse is quietly living in the skyscraper city that
never sleeps…In New York City there’s a five-story building that
redefines the typology of the common urban townhouse on a representative
narrow Manhattan plot. Stuck between two ancient brick houses, Urban
Townhouse demonstrates how to achieve the most unique experience of
living within a small area.
Privacy stood as a major goal to be attained so a particular set of
principles were carefully developed in order to obtain the most balanced
solution: open loft-like living spaces are brilliantly organized behind
a four-story vertical library. The program follows a clear sequence of
spaces defined by the stair and elevator nucleus cleverly pushed against
the street facade, instead of being positioned along one of the party
walls.
The social areas of the townhouse – living room, dining room, and
kitchen – are bonded by a light-filled mezzanine which points to the
backyard. A private office and also sitting rooms to bedrooms extend
off the stairs offering a dynamic journey through this magnificent
example of contemporary architecture.
However, there’s an unusual architectonic answer to the basic need of
privacy: the front facade is composed by an aluminum rain screen
perforated with brick-shaped openings relating to the solid bricks of
its neighbors. An original approach was conceived to establish a fresh
relation between past and present values where an ancient pattern gives
birth to a new type of constructive language.
The rear facade is developed as a total counterpoint presenting a
full-height glass wall that bathes the interior space with daylight. At
night, the lantern-like light of the interior illuminates the garden in a
delicate poetic gesture…
The
picturesque surroundings of Roprachtice, Czech Republic hit you
straight to the heart! For those of you who enjoy some time on their
own, away from all the negative city vibe, we highly recommend a breezy
location where time stops for a while, reminding you to stop as well and
stare to the blue sky. Roprachtice House is a project developed by PRODESI, in the middle of a healthy and relaxing environment. The house is guarded on its south by abaroque rectory, the church and the former school and opening up towards the central side of the village. The
house features strong rural accents, wooden beams and an attic that
allows the most breathtaking and bohemian views over the Giant
Mountains. The attic is designed as an open space, creating an airy
atmosphere. Enchanting despite its simplicity, the wooden dwelling is a
fairytale place, the shelter that perfect for exploring a different type
lifestyle. There is something though, less traditional embedded in the
house’s structure: a rectangular wide window, framed in wood,
overlooking the village.
La cara más visible del edificio ha evolucionado a lo largo de la historia, dejándonos verdaderas joyas arquitectónicas
Las
primeras manifestaciones de fachada se remontan a la prehistoria,
siendo las cuevas los primeros modelos de arquitectura integrada a la
naturaleza. Un magnífico ejemplo es la Necrópolis de los Algarbes de
Tarifa, formada por una multitud de cuevas artificiales excavadas en la
roca arenisca.
Iglesia Gallarus Oratory (Irlanda), construida exclusivamente con
piedra sin argamasa y , sin embargo, totalmente impermeable a la lluvia
Los
nómadas, aprovechaban el material de cada zona para construir sus
cabañas, materiales que debía ser ligeros para que fueran fáciles de
transportar. Se utilizaban ramas, madera y piedras. En las zonas más
frías huesos de mamut, que se recubrían con pieles y tierra.
Proceso de construcción de una yurta, una tienda de campaña utilizada por los nómadas en las estepas de Asia Central
La tienda estaba cubierta por varias capas de paja y lonas de lana.
El
anillo era el agujero que se encontraba en la parte central superior de
la tienda. Recibía la tensión de las vigas y al mismo tiempo permitía
la salida de humo y la entrada de luz a su interior.
La puerta
estaba delimitada por un marco de tablones sujetos con cuerdas, podía
tratarse de una simple lona, y posteriormente por una madera con
bisagras.
Las paredes se formaban con un entramado de maderas. Se
encargaban de absorber todo el peso de las vigas sin necesidad de usar
cuerdas tensoras.
Las vigas daban una forma redondeada al techo.
Por la forma en que eran colocadas no requería de pilares de refuerzo en
el centro de la vivienda, lo que otorgaba un mayor aprovechamiento del
espacio interno.
A medida que la vida se vuelve más
sedentaria, aparecen construcciones mejor fijadas al terreno. Un buen
ejemplo son los palafitos, viviendas de madera levantadas sobre pilotes,
clavados en el fondo de un lago o zona pantanosa.
Palafito en el Lago Inle, en una zona fronteriza con Tailandia y Laos
Los
palafitos se hacían con materiales vegetales: troncos para la
estructura, trenzados de ramas para la fachada o bien en algunos casos
cerramientos de tabla de madera y cubiertas vegetales. La fachada
realizada con estos trenzados permite la circulación del aire dentro de
la vivienda para mejorar un ambiente especialmente caluroso y húmedo.
En España se han hallado restos de estas construcciones en Galicia, Gerona y Valencia.
Los
griegos utilizaron gran variedad de materiales de construcción para
realizar sus edificios, desde adobe y madera, hasta terracota y piedra
(calizas duras, conglomerados y el mármol).
Para
colocar cada piedra en su lugar se usaba una alzaprima con muescas
superficiales o agujeros profundos en el sillar por donde se pasaba una
barra o cuerda
Para unir las piedras entre si se usaban grapas para uniones horizontales y clavijas para uniones verticales.
La
manifestación más clara de la arquitectura griega es el templo. Sobre
una base de piedra que estaba compuesta por sillares irregulares de
forma más o menos cuadrangular (estereobato), se colocaba un elemento
nivelador (eunciterio) seguido por una plataforma escalonada
(crepidomos).
El templo de Hera, en Olimpia
La
arquitectura romana incorpora una buena parte de los principios
constructivos griegos, los materiales utilizados son muy variados:
piedra cortada en sillares regulares, hormigón, ladrillo, mampuesto,
madera... Cuando el material era pobre se solía revestir con estucado,
placas de mármol o con ornamentación de mosaicos o pintura, reduciendo
la cantidad de piedra ornamental a emplear.
Los romanos
utilizaban cemento hidráulico (arena puzolánica mezclada con cal), que
al combinarse con agua permitía obtener una masa aglomerante, resistente
e impermeable. De este modo se solventaban los problemas de control de
filtraciones de aire, control acústico y estética exterior e interior.
Entre
otros ejemplos romanos de utilización de hormigones, se pueden destacar
el anfiteatro de Pompeya, que muestra anillos de hormigón en su
perímetro; el Coliseo de Roma, que contiene hormigón en los cimientos,
los muros interiores y la estructura; y el Panteón de Roma, donde se
utilizó un hormigón aligerado para construir la cúpula.
Antes de la popularización del vidrio, se empleaba como acristalamiento el lapis specularis; un tipo de roca traslúcida de yeso del tipo de la selenita.
La
incapacidad para fabricar vidrios de grandes dimensiones se resolvió
subdividiendo las hojas de ventana en cuadrados más pequeños, capaces de
ser tapados con una única pieza de vidrio más pequeña. La costumbre
actual de subdividir los paños de ventana en cuadrados más pequeños es
una reminiscencia estética que ha perdurado desde entonces.
El principal uso del lapis specularis
en la Antigua Roma fue para la fabricación de ventanas acristaladas,
acoplándose en armazones, principalmente de madera aunque también se
fabricaron de cerámica, que permitían ensamblar varias planchas con el
fin de cubrir la superficie en función del tamaño de la ventana. Incluso
se llegaron a construir invernaderos a base de unir placas de lapis
specularis.
La Edad
Media hizo que el uso del cemento cayera en el olvido, haciendo que las
maravillas de la arquitectura romana dejaran paso a las obras de arte de
la arquitectura románica, gótica y del renacimiento. Sin este recurso,
las fachadas de los edificios empezaron a depender principalmente de la
calidad de la piedra y de su minucioso trabajo de elaboración. Primaba
también el grosor de las fachadas, siendo ésta otra de las
características que definían su calidad y durabilidad. El carácter de
este material, símbolo de resistencia y estabilidad, fue durante siglos
representativo de una forma de entender la construcción duradera. Se
realizan construcciones de una ligereza y belleza excepcional, un
ejemplo es el castillo de Ponferrada en León.
También
se utilizaba la mampostería, con piedra labrada en las esquinas,
ventanas y puertas. Si la piedra era difícil de conseguir, se utilizaba
el ladrillo cocido o la pizarra . El acabado final era de pintura y
revoco, tanto para la piedra como para el mampuesto y los demás
materiales, de tal forma que, una vez pintados los paramentos, no se
podía distinguir si debajo había uno u otro material.
Los
edificios se cubrían con un tejado que podía estar hecho de piedra, como
en la catedral Vieja de Salamanca. De escamas vidriadas, como en el
chapitel de la torre de la antigua catedral de Valladolid; o pizarra,
sobre todo en lugares donde este material es abundante, principalmente
en Galicia.
Torre del Gallo de la catedral Vieja de Salamanca
El
paso de los siglos hasta nuestros días supuso un lento pero constante
abandono de la piedra como material de cerramiento y material
estructural. El acero, y más tarde el hormigón armado, asumían el papel
de soporte con lo que la libertad proyectual del arquitecto podía
avanzar sin los impedimentos de los grandes muros, contrafuertes y
diafragmas que definían las construcciones de siglos anteriores. Este
lento fallecer hizo que la piedra fuese olvidada por generaciones de
arquitectos, hasta que con el aplacado aparecen nuevas propuestas para
generalizar el empleo de la piedra con un procedimiento nuevo de
aplicación basado en la reducción del material a una capa más del
cerramiento como chapado a modo de piel.
La pared hueca
A
finales del siglo XIX, se plantea que una fachada hueca presentaría
mejores propiedades que una maciza. El ‘cavity wall’ o pared hueca
implica una ruptura conceptual.
La
aparición de este cerramiento planteaba un nuevo problema que hasta
entonces se había solucionado fácilmente: el movimiento de los
materiales. Hasta ese momento una fachada de un único material no
presentaba grandes puentes térmicos. La diferencia de temperaturas a las
que pueden estar sometidos los materiales que se encuentran en una hoja
exterior y los que se encuentran en una interior, e incluso el
comportamiento de los propios materiales.
Así nace un nuevo
concepto de fachada, con cámara ventilada. Con la fachada ventilada se
permite que el aire interior se regenere, gracias a la evacuación del
aire caliente por convección, aumentando así el control térmico y
reduciendo la aparición de condensaciones
Diagrama de fachada ventilada, con aislamiento sobre hoja interior que evita cualquier condensación o filtración.
Junto
con la llegada de la arquitectura contemporánea se produce un cambio de
paradigma en cuanto a que la fachada deja de ser un elemento pesado y
estructural de un edificio, para transformarse en una envolvente, piel o
membrana, capaz de proteger su interior, actuar como filtro del sol o
el viento, mejorar las condiciones térmicas interiores, ser vegetal e
incluso, ser móvil y tecnológica.
Hoy, la transformación de la
arquitectura además de estar vinculada a un aspecto cultural, se
relaciona intrínsecamente con el avance de la tecnología y nuevos
materiales.
La piel es filtro, transparencia, protección, privacidad, movimiento, cortina, amortiguador y bienestar interior.