The
picturesque surroundings of Roprachtice, Czech Republic hit you
straight to the heart! For those of you who enjoy some time on their
own, away from all the negative city vibe, we highly recommend a breezy
location where time stops for a while, reminding you to stop as well and
stare to the blue sky. Roprachtice House is a project developed by PRODESI, in the middle of a healthy and relaxing environment. The house is guarded on its south by abaroque rectory, the church and the former school and opening up towards the central side of the village. The
house features strong rural accents, wooden beams and an attic that
allows the most breathtaking and bohemian views over the Giant
Mountains. The attic is designed as an open space, creating an airy
atmosphere. Enchanting despite its simplicity, the wooden dwelling is a
fairytale place, the shelter that perfect for exploring a different type
lifestyle. There is something though, less traditional embedded in the
house’s structure: a rectangular wide window, framed in wood,
overlooking the village.
La cara más visible del edificio ha evolucionado a lo largo de la historia, dejándonos verdaderas joyas arquitectónicas
Las
primeras manifestaciones de fachada se remontan a la prehistoria,
siendo las cuevas los primeros modelos de arquitectura integrada a la
naturaleza. Un magnífico ejemplo es la Necrópolis de los Algarbes de
Tarifa, formada por una multitud de cuevas artificiales excavadas en la
roca arenisca.
Iglesia Gallarus Oratory (Irlanda), construida exclusivamente con
piedra sin argamasa y , sin embargo, totalmente impermeable a la lluvia
Los
nómadas, aprovechaban el material de cada zona para construir sus
cabañas, materiales que debía ser ligeros para que fueran fáciles de
transportar. Se utilizaban ramas, madera y piedras. En las zonas más
frías huesos de mamut, que se recubrían con pieles y tierra.
Proceso de construcción de una yurta, una tienda de campaña utilizada por los nómadas en las estepas de Asia Central
La tienda estaba cubierta por varias capas de paja y lonas de lana.
El
anillo era el agujero que se encontraba en la parte central superior de
la tienda. Recibía la tensión de las vigas y al mismo tiempo permitía
la salida de humo y la entrada de luz a su interior.
La puerta
estaba delimitada por un marco de tablones sujetos con cuerdas, podía
tratarse de una simple lona, y posteriormente por una madera con
bisagras.
Las paredes se formaban con un entramado de maderas. Se
encargaban de absorber todo el peso de las vigas sin necesidad de usar
cuerdas tensoras.
Las vigas daban una forma redondeada al techo.
Por la forma en que eran colocadas no requería de pilares de refuerzo en
el centro de la vivienda, lo que otorgaba un mayor aprovechamiento del
espacio interno.
A medida que la vida se vuelve más
sedentaria, aparecen construcciones mejor fijadas al terreno. Un buen
ejemplo son los palafitos, viviendas de madera levantadas sobre pilotes,
clavados en el fondo de un lago o zona pantanosa.
Palafito en el Lago Inle, en una zona fronteriza con Tailandia y Laos
Los
palafitos se hacían con materiales vegetales: troncos para la
estructura, trenzados de ramas para la fachada o bien en algunos casos
cerramientos de tabla de madera y cubiertas vegetales. La fachada
realizada con estos trenzados permite la circulación del aire dentro de
la vivienda para mejorar un ambiente especialmente caluroso y húmedo.
En España se han hallado restos de estas construcciones en Galicia, Gerona y Valencia.
Los
griegos utilizaron gran variedad de materiales de construcción para
realizar sus edificios, desde adobe y madera, hasta terracota y piedra
(calizas duras, conglomerados y el mármol).
Para
colocar cada piedra en su lugar se usaba una alzaprima con muescas
superficiales o agujeros profundos en el sillar por donde se pasaba una
barra o cuerda
Para unir las piedras entre si se usaban grapas para uniones horizontales y clavijas para uniones verticales.
La
manifestación más clara de la arquitectura griega es el templo. Sobre
una base de piedra que estaba compuesta por sillares irregulares de
forma más o menos cuadrangular (estereobato), se colocaba un elemento
nivelador (eunciterio) seguido por una plataforma escalonada
(crepidomos).
El templo de Hera, en Olimpia
La
arquitectura romana incorpora una buena parte de los principios
constructivos griegos, los materiales utilizados son muy variados:
piedra cortada en sillares regulares, hormigón, ladrillo, mampuesto,
madera... Cuando el material era pobre se solía revestir con estucado,
placas de mármol o con ornamentación de mosaicos o pintura, reduciendo
la cantidad de piedra ornamental a emplear.
Los romanos
utilizaban cemento hidráulico (arena puzolánica mezclada con cal), que
al combinarse con agua permitía obtener una masa aglomerante, resistente
e impermeable. De este modo se solventaban los problemas de control de
filtraciones de aire, control acústico y estética exterior e interior.
Entre
otros ejemplos romanos de utilización de hormigones, se pueden destacar
el anfiteatro de Pompeya, que muestra anillos de hormigón en su
perímetro; el Coliseo de Roma, que contiene hormigón en los cimientos,
los muros interiores y la estructura; y el Panteón de Roma, donde se
utilizó un hormigón aligerado para construir la cúpula.
Antes de la popularización del vidrio, se empleaba como acristalamiento el lapis specularis; un tipo de roca traslúcida de yeso del tipo de la selenita.
La
incapacidad para fabricar vidrios de grandes dimensiones se resolvió
subdividiendo las hojas de ventana en cuadrados más pequeños, capaces de
ser tapados con una única pieza de vidrio más pequeña. La costumbre
actual de subdividir los paños de ventana en cuadrados más pequeños es
una reminiscencia estética que ha perdurado desde entonces.
El principal uso del lapis specularis
en la Antigua Roma fue para la fabricación de ventanas acristaladas,
acoplándose en armazones, principalmente de madera aunque también se
fabricaron de cerámica, que permitían ensamblar varias planchas con el
fin de cubrir la superficie en función del tamaño de la ventana. Incluso
se llegaron a construir invernaderos a base de unir placas de lapis
specularis.
La Edad
Media hizo que el uso del cemento cayera en el olvido, haciendo que las
maravillas de la arquitectura romana dejaran paso a las obras de arte de
la arquitectura románica, gótica y del renacimiento. Sin este recurso,
las fachadas de los edificios empezaron a depender principalmente de la
calidad de la piedra y de su minucioso trabajo de elaboración. Primaba
también el grosor de las fachadas, siendo ésta otra de las
características que definían su calidad y durabilidad. El carácter de
este material, símbolo de resistencia y estabilidad, fue durante siglos
representativo de una forma de entender la construcción duradera. Se
realizan construcciones de una ligereza y belleza excepcional, un
ejemplo es el castillo de Ponferrada en León.
También
se utilizaba la mampostería, con piedra labrada en las esquinas,
ventanas y puertas. Si la piedra era difícil de conseguir, se utilizaba
el ladrillo cocido o la pizarra . El acabado final era de pintura y
revoco, tanto para la piedra como para el mampuesto y los demás
materiales, de tal forma que, una vez pintados los paramentos, no se
podía distinguir si debajo había uno u otro material.
Los
edificios se cubrían con un tejado que podía estar hecho de piedra, como
en la catedral Vieja de Salamanca. De escamas vidriadas, como en el
chapitel de la torre de la antigua catedral de Valladolid; o pizarra,
sobre todo en lugares donde este material es abundante, principalmente
en Galicia.
Torre del Gallo de la catedral Vieja de Salamanca
El
paso de los siglos hasta nuestros días supuso un lento pero constante
abandono de la piedra como material de cerramiento y material
estructural. El acero, y más tarde el hormigón armado, asumían el papel
de soporte con lo que la libertad proyectual del arquitecto podía
avanzar sin los impedimentos de los grandes muros, contrafuertes y
diafragmas que definían las construcciones de siglos anteriores. Este
lento fallecer hizo que la piedra fuese olvidada por generaciones de
arquitectos, hasta que con el aplacado aparecen nuevas propuestas para
generalizar el empleo de la piedra con un procedimiento nuevo de
aplicación basado en la reducción del material a una capa más del
cerramiento como chapado a modo de piel.
La pared hueca
A
finales del siglo XIX, se plantea que una fachada hueca presentaría
mejores propiedades que una maciza. El ‘cavity wall’ o pared hueca
implica una ruptura conceptual.
La
aparición de este cerramiento planteaba un nuevo problema que hasta
entonces se había solucionado fácilmente: el movimiento de los
materiales. Hasta ese momento una fachada de un único material no
presentaba grandes puentes térmicos. La diferencia de temperaturas a las
que pueden estar sometidos los materiales que se encuentran en una hoja
exterior y los que se encuentran en una interior, e incluso el
comportamiento de los propios materiales.
Así nace un nuevo
concepto de fachada, con cámara ventilada. Con la fachada ventilada se
permite que el aire interior se regenere, gracias a la evacuación del
aire caliente por convección, aumentando así el control térmico y
reduciendo la aparición de condensaciones
Diagrama de fachada ventilada, con aislamiento sobre hoja interior que evita cualquier condensación o filtración.
Junto
con la llegada de la arquitectura contemporánea se produce un cambio de
paradigma en cuanto a que la fachada deja de ser un elemento pesado y
estructural de un edificio, para transformarse en una envolvente, piel o
membrana, capaz de proteger su interior, actuar como filtro del sol o
el viento, mejorar las condiciones térmicas interiores, ser vegetal e
incluso, ser móvil y tecnológica.
Hoy, la transformación de la
arquitectura además de estar vinculada a un aspecto cultural, se
relaciona intrínsecamente con el avance de la tecnología y nuevos
materiales.
La piel es filtro, transparencia, protección, privacidad, movimiento, cortina, amortiguador y bienestar interior.
This house is sited among tall buildings in
downtown Hiroshima, overlooking a street with many passing cars and
trams. To obtain privacy and tranquility in these surroundings, we
placed a garden and optical glass façade on the street side of the
house. The garden is visible from all rooms, and the serene soundless
scenery of the passing cars and trams imparts richness to life in the
house. Sunlight from the east, refracting through the glass, creates
beautiful light patterns. Rain striking the water-basin skylight
manifests water patterns on the entrance floor. Filtered light through
the garden trees flickers on the living room floor, and a super
lightweight curtain of sputter-coated metal dances in the wind. Although
located downtown in a city, the house enables residents to enjoy the
changing light and city moods, as the day passes, and live in awareness
of the changing seasons.
.
Optical Glass Façade
A façade of some 6,000 pure-glass blocks (50mm x 235mm x 50mm) was
employed. The pure-glass blocks, with their large mass-per-unit area,
effectively shut out sound and enable the creation of an open, clearly
articulated garden that admits the city scenery. To realize such a
façade, glass casting was employed to produce glass of extremely high
transparency from borosilicate, the raw material for optical glass. The
casting process was exceedingly difficult, for it required both slow
cooling to remove residual stress from within the glass, and high
dimensional accuracy. Even then, however, the glass retained micro-level
surface asperities, but we actively welcomed this effect, for it would
produce unexpected optical illusions in the interior space.
.
Waterfall
So large was the 8.6m x 8.6m façade, it could not stand independently if
constructed by laying rows of glass blocks a mere 50mm deep. We
therefore punctured the glass blocks with holes and strung them on 75
stainless steel bolts suspended from the beam above the façade. Such a
structure would be vulnerable to lateral stress, however, so along with
the glass blocks, we also strung on stainless steel flat bars (40mm x
4mm) at 10 centimeter intervals. The flat bar is seated within the
50mm-thick glass block to render it invisible, and thus a uniform 6mm
sealing joint between the glass blocks was achieved. The result?—a
transparent façade when seen from either the garden or the street. The
façade appears like a waterfall flowing downward, scattering light and
filling the air with freshness.
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Captions
The glass block façade weighs around 13 tons. The supporting beam, if
constructed of concrete, would therefore be of massive size. Employing
steel frame reinforced concrete, we pre-tensioned the steel beam and
gave it an upward camber. Then, after giving it the load of the façade,
we cast concrete around the beam and, in this way, minimized its size.